Aprender a conducir una moto: experiencia de una mujer motera

Aprender a conducir una motocicleta es una experiencia emocionante y desafiante que transforma la vida de quienes deciden dar este paso. La autora de este relato comparte su viaje personal desde el deseo de montar hasta los retos que ha enfrentado en el camino. Desde su primera experiencia con el entrenamiento básico obligatorio (TCB) a los 19 años, pasando por su regreso a la práctica a los 24, la narrativa destaca la importancia de la formación y cómo la confianza juega un papel crucial en el aprendizaje. A través de anécdotas, se explora la mezcla de emociones que siente al subirse a su Benelli TNT 125, una motocicleta que ha llegado a amar. A pesar de su estatura de 1.57 metros, ha encontrado la moto perfecta que le permite tocar el suelo cómodamente, un factor vital para cualquier principiante.

La autora reconoce que el miedo y la ansiedad al principio son normales, sobre todo cuando se trata de aprender a manejar un vehículo de dos ruedas. A medida que avanza, comparte sus reflexiones sobre la experiencia de conducción, la importancia de seguir las normas de tráfico y el aprendizaje constante que implica ser una motera. La velocidad máxima permitida para los aprendices es un tema recurrente, ya que ella disfruta de la seguridad que le brinda ir a 50 mph, aunque a veces se siente frustrada por otros conductores. La conexión con otros moteros y la comunidad es otro aspecto destacado; aprender a montar no solo es un viaje individual, sino que también es una parte integral de una cultura más amplia.

A lo largo de su relato, se entrelazan consejos prácticos y reflexiones sobre la vida en la isla del hombre, donde las motocicletas son una forma de vida. La autora se siente agradecida por cada momento que pasa en su Benelli y anima a otros a seguir su ejemplo, resaltando que aprender a montar es un viaje de autodescubrimiento y empoderamiento. Aunque todavía tiene mucho que aprender, ella está decidida a disfrutar cada instante en dos ruedas, lo que demuestra el espíritu aventurero de las mujeres en el mundo del motociclismo.