Aventura en moto por Croacia: desafíos y descubrimientos
Navegando con casco y café, me encontré esto.
En esta emocionante segunda parte de la travesía, el autor relata su experiencia de viaje en moto a través de Croacia, enfrentándose a varios problemas mecánicos con su motocicleta, un KTM 990. Al inicio de la jornada, el regulador de tensión de la moto comienza a parpadear en rojo y, tras varias maniobras, logra reactivar la moto, aunque la ansiedad por posibles fallos lo acompaña durante el trayecto hacia los lagos de Plitvice. A medida que avanzan, hacen una parada en la base aérea de Željava, donde exploran restos de aviones y la historia bélica de la zona. El viaje sigue con una parada para almorzar en el Big Bear Plitvica Camping Resort, donde disfrutan de un ambiente acogedor y buena comida.
Al llegar a Otočac, realizan mantenimiento a la moto, y conocen a un gato que se convierte en el compañero de Teresa. La noche la pasan en un apartamento lleno de encanto y recuerdos del pasado, donde son recibidos con productos locales. La mañana siguiente, continúan su viaje hacia Šibenik, eligiendo evitar caminos de tierra para no arriesgarse a más problemas mecánicos. Sin embargo, la moto vuelve a fallar, y el autor debe implementar técnicas improvisadas para mantenerla en marcha.
A pesar de las dificultades, disfrutan de paisajes impresionantes y la belleza de la costa croata. En Šibenik, la ciudad turística no les impresiona demasiado, por lo que eligen alquilar bicicletas eléctricas para explorar el área. El autor intenta resolver el problema del relé de inicio en un taller de KTM local, pero sin éxito. Aún así, la exploración en MTB les brinda diversión y nuevas experiencias.
El viaje culmina en el ferry hacia Split, donde se encuentran con otros motociclistas y comparten historias. El autor enfrenta una última dificultad al intentar arrancar la moto, que finalmente logra hacerlo. Con la moto reparada, emprenden el viaje de regreso, disfrutando del camino y reflexionando sobre los contratiempos que enriquecen la experiencia de viaje. Al final, la travesía les deja una sensación de satisfacción y el deseo de seguir explorando, dejando abierta la posibilidad de nuevas aventuras.
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